Ante un futuro incierto pero con rasgos puramente tecnológicos, la inteligencia artificial se posiciona como una de las nuevas herramientas en varios ámbitos de la sociedad, llegando incluso, a facilitar el desarrollo y productividad en el entorno laboral y educativo.
“- Los humanos tienen sueños. Hasta los perros tienen sueños, pero no tú. Tú eres solo una máquina. Una imitación de la vida. ¿Puede un robot escribir una sinfonía? ¿Puede un robot convertir… un lienzo en una obra maestra?
– ¿Podría usted?”
Yo, Robot (2004)
La inteligencia artificial es la disciplina que intenta repetir o copiar y desarrollar la inteligencia y sus procesos implícitos a través de máquinas y ordenadores. Y pese a que todavía no exista una definición que cuente con la aprobación unánime de todos los expertos en la materia, cada vez más existen numerosos ejemplos y aplicaciones que nos acercan más a este ambiguo término.
Uno de sus primeros visionarios fue Isaac Asimov, que en su cuento ¡Cómo se divertían! vislumbra algunos de las consecuencias que tendría la interacción de máquinas inteligentes especializadas en pedagogía infantil en lugar de profesores humanos.
Este mismo escritor, a su vez, diseñó lo que hoy se conocen como las tres leyes de la robótica, aparecidas por primera vez en el relato Círculo vicioso (Runaround) de 1942, donde decía lo siguiente:
Primera Ley
Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
Segunda Ley
Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.
Tercera Ley
Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley
Y pese a que la inteligencia artificial en sus comienzos durante la Segunda Guerra Mundial abarcaba un área muy reducida del conocimiento, en la actualidad existe una gran variedad de subcampos, que van desde áreas de propósito general, como el aprendizaje y la percepción, la pintura o la escritura, a otras más específicas como el juego de ajedrez, la demostración de teoremas matemáticos o el diagnóstico de enfermedades.
Por ello, uno de los factores clave a la hora de establecer una IA es el aprendizaje automático, un concepto fundamental que consiste en el estudio de algoritmos informáticos que mejoran automáticamente a través de la experiencia de la propia máquina. Con cada acierto, aprende, y con cada error, sigue aprendiendo.
Siendo estos algunos ejemplos de inteligencia artificial en nuestro día a día:
- Smartphones:Todos los sistemas de automático en nuestro propio dispositivo, responden a un conocimiento previo por parte del smartphone para reconocer que es lo que se está solicitando. Por ejemplo, el ajuste en modo retrato de la cámara.
- Asistentes de voz: Se trata de máquinas que utilizan el procesamiento de lenguajes naturales para interpretar qué es lo que se les está comunicando y, de este modo, poder responder a las necesidades humanas.
- Optimización de rutas: Ofreciéndonos la mejor alternativa para realizar los desplazamientos a partir de la comparación de multitud de datos, desde datos geográficos a datos relativos a la situación actual del entorno en el que nos desplazamos
Además, como previamente se ha mencionado, existen aplicaciones que generan imágenes a través de conceptos o palabras, e incluso la resolución de problemas, textos o información que se requiere de una manera detallada y específica. Por ejemplo, DALL-E 2 es un nuevo sistema de Inteligencia que puede crear imágenes y artes realistas a partir de una descripción en lenguaje natural.
Y en el caso de la escritura esto sería un párrafo hecho con inteligencia artificial:
La inteligencia artificial (IA) es un campo de la informática que busca desarrollar sistemas y algoritmos que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la comprensión del lenguaje natural. La IA se divide en dos categorías principales: la IA débil y la IA fuerte. La IA débil se refiere a sistemas que son especializados en una tarea específica, mientras que la IA fuerte se refiere a sistemas que tienen una capacidad general de inteligencia, como un ser humano. Los avances en la IA están transformando la forma en que las empresas operan y cómo las personas interactúan con la tecnología en su vida diaria.
Probablemente, la mejor conclusión sea el pensar que debemos y tenemos que ver a la Inteligencia Artificial como el futuro y aprender a vivir con ella, en vez de contra ella.
Viéndola como un recurso necesario y de apoyo a favor de nuestro propio desempeño, con una optimización del tiempo y en la excelencia de resultados sin que nuestra creatividad se vea alterada o cuestionada.
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