El pasado sábado tuve la oportunidad de ponernos cara. Habíamos hablado en varias ocasiones vía Instagram pero esa noche podríamos encontrarnos en un corto pero generosamente intenso détox digital.
Nada más llegar llama mi atención el color relajado que desprende el espacio. El brillo y el reflejo colorido de las piedras distribuidas cuidadosamente por los muebles restaurados – se nota que son piezas con historia y tratadas con todo detalle, lejos de vitrinas comerciales y muebles prefabricados a los que estamos acostumbrados – hace que me sienta desde el primer momento cuidada y afortunada por disfrutar de la experiencia.