Ha vuelto a pasar. Ha sucedido. Una vez más, la ropa, la indumentaria, como señal de protesta, como llamada de atención, como primer foco visual de una profunda reivindicación.
Obviamente me estoy refiriendo a la unívoca decisión que provocó que todas las mujeres asistentes a la ceremonia de los Golden Globes Awards de este año (a excepción, creo, de tres de ellas), optasen por vestir de negro en la colorida alfombra roja que precede a la gala.