Para empezar, a lo Amaia, diré que el lujo no existe. Son muchos años mirando el lujo de lejos, pensando que esa magia era demasiado atrayente como para acercarse. Bolsos y prendas de ensueño al alcance de sólo unos pocos… Pero ¿y si no son tan pocos, pero les hacen creer que sí? ¿Cuántos somos los que en el fondo consumimos lujo? Si pensamos en la gran estrategia de penetración de las marcas de lujo, los perfumes y la cosmética, son muy pocos los que en realidad, no hemos tenido el lujo entre las manos.