Creo en el destino, en que las cosas que tienen que ocurrir acaban ocurriendo, en los caminos que te llevan por una sola dirección… y como buena creyente no es casualidad que yo haya acabado escribiendo aquí. Llegaba de Barcelona y no soy de esas que viajan con poco equipaje, pues imaginaos si es difícil que cogiese el móvil cuando ni siquiera era capaz de bajar del avión con todo lo que llevaba encima. Abrí el mail (cosa que hago muy a menudo esperando a que me llegue algo interesante, aunque no sé de dónde voy a recibirlo si la mayoría de mis mensajes son spams de tiendas, que no sé en qué momento acepté sus notificaciones).